Parte de mí ha muerto y no regresará
Y una parte de mí quiere esconder
La parte que se ha quemado
Una vez, una vez
Supe cómo hablar contigo
Una vez, una vez
Pero ya no
Escucha a las sirenas llamándome a casa...
Parte de mí ha muerto
Para verte arder
Y mi corazón lo intentó
Pero mira en lo que se ha convertido
Una vez, una vez
Supe cómo buscarte
Una vez, una vez
Pero eso fue antes
Una vez, una vez
Habría dado mi vida y muerto por ti
Una vez, una vez
Pero ya no
Escucha a las sirenas llamándome a casa...
Por culpa de Natalia y PTW he tenido que echar mano a los recuerdos muertos y enterrados para que Empatía se instale entre nosotras durante nuestras conversaciones. Lo malo es que llega Empatía y por detrás me empieza a hacer señas Demencia. Mi pequeño pony y la nube rosada de mi felicidad se ponen en guardia para que Demencia no haga estupideces en mi renovada vida. Sin embargo, mi pequeño pony y la nube rosada de mi felicidad saben que no soy una persona happyandshiny de tomo y lomo, así es que me dieron permiso para azotar la cabeza contra la pared por el universo que no fue (ni será), aunque fuera por breves instantes.
Para más remate se me ocurre la genial idea de ir al cine y ver “La vida de los peces”. En un rato estuve a punto de echarme a chillar, pero no lo hice porque tenía a mi lado a uno de los seres más burlescos de la vida, pero principalmente porque no me gusta que me vean llorar y mucho menos dar explicaciones por esos taldos.
Y es que viendo las cosas así de afuera, puedo decir que a Natalia le quedan varias etapas en su proceso de “Aprendiendo a vivir sin PTW”. Supongo que está en una de las peores etapas, en donde simplemente estás hecha un estropajo que vive porque tienes que hacerlo no más, no por gusto. Pero al final todo pasa y se supera.
Sin embargo, llegar a sentir lo que dice “once” tampoco es del todo agradable. Es una estupidez, pero saber que dirás “no” aun cuando te entreguen el cielo en tus manos, también es traumático. ¿Por qué? Porque es rechazar lo que siempre quisiste y anhelaste una vez. Alguna vez, pero ya no. Ya no... Nadie puede vivir en la incertidumbre del “veremos qué pasa” o del “si va a ser, será”. El momento ideal siempre será el ahora, aunque no lo parezca. Mi pequeño pony y la nube rosada de felicidad me están mirando feo... es hora de volver a poner los pies en la Tierra. Me gusta mi vida y no le cambiaría nada, esto fue sólo nostalgia repentina.