Happy in the club with a bottle of red wine
Felices en el club con una botella de vino
Stars in our eyes 'cuz we're having a good time
Estrellas en nuestros ojos porque estamos pasando un buen momento
So happy I could die...
Tan feliz que podría morir...
“Es de creencia común que los pensamientos positivos te llevan a una vida más feliz y sana. De niños nos dicen que sonríamos, que seamos alegres y a poner una cara feliz. De adultos nos dicen que veamos el lado positivo, que hagamos limonada y que veamos el vaso medio lleno. A veces la realidad puede interponerse en nuestro camino para actuar felices. Tu esperanza puede deteriorarse, tus novios pueden engañarte, tus amigos decepcionarte. En esos momentos sólo quieres ser real, dejar de actuar y ser un verdadero, asustado e infeliz tú mismo” (*)
Yo jamás he sido parte del grupo de las “happy shiny people” que se nombra anteriormente. Ni de las que son así por naturaleza ni de las que venden esa imagen. Se supone en todo caso que debes ser así, optimista, alegre y feliz, pero nunca he podido encajar por ese lado.
Primero, porque no creo que la felicidad sea un estado permanente sino algo que se da por momentos. Como lo que quiere decir Gaga en el coro de esa extrañisíma canción que me encanta: Estar en una x situación sintiéndote tan bien que da lo mismo si en 2 minutos más se acaba el mundo. Tan feliz que me podría morir ahí mismo y estaría bien...
Segundo porque no me viene. De hecho cuando ando un tanto “happy and shiny” me miran como bicho raro, porque soy más del estilo Grey, a lo “dark and twisty” que de andar encima de un arcoiris todos los días. Me gusta ser la versión real de mí, la que tal vez no anda llorando a moco tendido por el mundo por sus desgracias a vista y paciencia de todos, pero que no siente la necesidad de poner cara feliz para disimular un poco.
Usualmente prefiero guardar silencio, porque no faltan los que creen que te ahogas en un vaso de agua. Tal vez es así, pero qué diablos, es mi vida. Yo decido cuando es suficiente para decir “Es MI mundo el que se cae pedazos”. En fin, igual se me pasa un poco la mano, pero es lo que hay.
Tercero, mi eterno yetismo. Puedo estar de lo más feliz y de repente... Zas! adiós felicidad. Con eso quiero decir que siempre pasa algo. Cuando las cosas están demasiado tranquilas, entro a preocuparme, porque de acuerdo a mis estadísticas, eso es sinónimo de que va a quedar la zorra en alguna parte de mi vida. Si siempre ha sido así, no veo por qué tendría que cambiar ahora.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte ya no estoy tan recelosa con el tema. Y es que entre tantas metidas de patas, porrazos y viajes al infinito pozo de la decepción, algo he aprendido. Mínimo. Últimamente todo funciona casi a la perfección en mi vida. En otra ocasión, estaría esperando escuchar el sonido del derrumbe, pero no lo hago. Prefiero disfrutar de la tranquilidad sin preocuparme de antemano. Y en esa tranquilidad encuentro esos pequeños detalles que siempre están ahí a la espera de ser vistos y que me cambian el día y la semana. Reitero lo de Gaga: soy tan feliz que podría morir y estaría bien.
“Pregúntale a la mayoría de las personas qué quieren en la vida y la respuesta será simple: ser felices. Tal vez es esa ilusión de querer ser felices lo que nos impide llegar a ello. Tal vez entre más intentamos llegar a ese estado de dicha, más nos confundimos, al punto que ni siquiera nos reconocemos. En cambio, seguimos sonriendo, tratando a toda costa de ser las personas felices que desearíamos ser. Hasta que eventualmente nos golpea. Ha estado ahí todo este tiempo. No en nuestros sueños o esperanzas, sino en lo conocido, en lo cómodo, en lo familiar” (*)
(*) Meredith Grey. 6x22 Happy shiny people. Grey's Anatomy.
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