Debes sangrar y ver el fin
Todo vuelve a empezar...
Hay cosas que nunca
cambiarán, supongo. Mañana es el plazo límite de entrega del
proyecto de tesina y yo acá, vaciando mi cerebro de pensamientos
inútiles. Antes me funcionaba, veremos si ahora también lo hace y
sale una maravilla de proyecto. Aunque como siempre, con que salga
algo decente me conformo. Vale, con que salga algo es suficiente. Y
eso es porque dejé la seguridad de estudiar algo de Fuguet por ir tras
una NN que hizo que el estómago se me revolviera con la historia de
una mina cuica con mil problemas y traumas que arrastra por años y
que se solucionan mágicamente con la llegada de un príncipe azul
desde Francia. Para llorar y por lo mismo, digno de estudiar según
yo. En pleno año 2015 y aún se perpetua la maldita idea de que el
punto culmine de realización para una mujer es tener mocosos y un
hombre al lado. Insisto, es para llorar.
Anyway, lo bueno es que no
soy la única que piensa así y eso lo sé porque el curso entero del
diplomado vomitaba bilis con el tema. Y que sean treinta personas en
el mundo ya es algo. Me deja con la grata sensación de que no estoy
tan equivocada y que solo pienso distinto. Lo mismo pasa con las
“porquerías comerciales” que acostumbro a leer, porque en
realidad no lo son. Recién ahora -con bases teóricas de por medio-
puedo decir que hay un mundo increíble en la Literatura Infantil y
Juvenil y que ni siquiera sabía que andaba pululando por allí desde
hace un buen tiempo.
Ahora, la gran pregunta
del siglo es “¿y qué harás con todo lo que ya sabes?” y para
variar aún no tengo respuesta. Soy el ser más mañoso del mundo y
si considero que no tengo todo lo que necesito, no puedo hacer nada.
Por eso siempre me demoraba más en escribir o hacer un trabajo,
porque tenía que procesar toda la información posible para hacer
algo decente. Y en estos momentos siento que falta solo una pieza más
para tener el panorama completo. Sé que el final se aproxima, no sé
si será algo voluntario u obligado, pero está cerca y lo puedo
sentir. Si eso es bueno o malo, no lo sé.
El otro día ante la
pregunta ¿Hasta cuándo piensas aguantar? me sorprendí diciendo
“Hasta que termine la tesina... o sea hasta diciembre, no más
allá”, porque no me había puesto ningún plazo de manera consciente, sin
embargo, la respuesta me salió del alma. Nunca he sido buena para
pedir ayuda, pero creo que esa pieza que falta no la podré encontrar
sola. Creo que tendré que hacer lo mismo que hice cuando no sabía
qué mierda estudiar: pedir hora a la psicóloga. La diferencia está
en que ahora las sesiones no me saldrán a costo cero y tener que
gastar plata en terapia, me hace dudar. Quizás si me esfuerzo
encontraré el camino sola. Quizás sí, quizás no. La cuestión es
que siento el reloj correr y me asusta un poco. Lo único que tengo claro es que de que está
cerca el fin, lo está.
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