Ðark Lady

Acerca de tødø y nada a la vez

Cuando los enanitos vuelven del bosque




Te ves feliz y me gusta que seas feliz

A raíz del post anterior, recordé esta canción y se me hizo imposible no dedicarle un par de líneas considerando la importancia que tuvo en su momento. Por ese problema de autocensura que tengo en ocasiones, nunca quise colocarla para no quedar tan en evidencia. Una tontera considerando que soy tan enredada que a ratos parece que escribo en clave, pero bueno son estupideces mías que no vienen al caso. La cuestión es que a veces las cosas no terminan muy bien y uno queda atrapada en una montaña rusa de emociones en donde las cabras se van para el cerro y los enanos corren hacia el bosque. Un día aparece el odio, al otro la pena, al siguiente la decepción, para después pasar a los cuestionamientos y así sucesivamente, como una cadena de nunca acabar en donde de repente te preguntas "¿esto algún día se terminará?" sin tener mucha esperanza sobre lo que sucederá en el futuro.

 Y así va pasando el tiempo, entre que dices "lo superé" de los dientes para afuera hasta el día en que realmente lo superas. El día en que si te lo encuentras de frente no te vendrán ganas de ahorcarlo ni de echarte a llorar como magdalena. El día en que de verdad le deseas de corazón que le vaya bien en todo. El día en que puedes decirle con una sonrisa en la cara "¡Hola! mis enanitos ya volvieron del bosque y ahora si podemos hablar como gente civilizada".

El proceso para llegar a eso no es fácil, pero se puede lograr, porque como todo en la vida, uno aprende a palos. Como dice Jorge González, todo es cosa de volver a tener fe y de empezar a sanar. Y vaya que empiezas a sentirte mejor, de hecho aún recuerdo la sonrisita que se me hacía en la cara, porque al fin me sentía tranquila conmigo misma. Y era un deleite escuchar esta canción y decir "como te entiendo Jorge, tienes toda la razón".

Y para finalizar este post, dejaré un extracto de "Comer, rezar, amar" que casi me dejó llorando cuando lo leí. Liz está en India en su proceso de volver a encontrarse con Dios y con tanto silencio y meditación, comienza a torturarse recordando a su ex. Su amigo Richard le da un tirón de orejas memorable que se resume en esto: la importancia de dejar ir, pero de corazón.

" —Zampa, escúchame —me dice Richard—. Un día de éstos vas a recordar esta época de tu vida como un dulce momento de tristeza. Entenderás que, estando de duelo y teniendo roto el corazón, estás en el mejor sitio posible para cambiar tu vida. En un hermoso lugar dedicado a la devoción y en un estado de gracia. Vive este momento minuto a minuto. Deja que las cosas se arreglen solas aquí, en India.
—Pero es que lo quería de verdad.
—Pues mira qué bien. Querías a no sé quién. ¿No sabes cómo funciona ese tema? El tipo ése te ha tocado una parte del corazón que no sabías ni que tenías. Vamos, te ha dejado tocada, nena. Pero ese amor que has sentido no es más que el comienzo. Casi ni lo has probado. Es sólo un amor mortal, pobre y chapucero. Ya verás como eres capaz de amar mucho más profundamente. Caray, Zampa, un día llegarás a querer al mundo entero. Ese es tu destino. No te rías. 
—No me estoy riendo —le dije, llorando—. Y, por favor, no te rías de mí, pero creo que no consigo olvidarme de este tipo porque estaba convencida, en serio, de que David era mi alma gemela.
—Y probablemente lo fuera. Lo que te pasa es que no sabes lo que eso significa. La gente cree que su alma gemela es la persona con la que encajas perfectamente, que es lo que quiere todo el mundo. Pero un alma gemela auténtica es un espejo, es la persona que te saca todo lo que tienes reprimido, que te hace volver la mirada hacia dentro para que puedas cambiar tu vida. Una verdadera alma gemela es, seguramente, la persona más importante que vayas a conocer en tu vida, porque te tira abajo todos los muros y te despierta de un porrazo. Pero ¿vivir con un alma gemela para siempre? Ni hablar. Se pasa demasiado mal. Un alma gemela llega a tu vida para quitarte un velo de los ojos y se marcha. Gracias a Dios. Pero a ti no te da la gana soltarlo. Esa historia se acabó, Zampa. La función de David era darte una sacudida, sacarte de ese matrimonio que no funcionaba, machacarte un poco el ego, hacerte ver tus obstáculos y adicciones, romperte el corazón para que te entrara la luz y desesperarte y hacerte descontrolar tanto que no te quedara más remedio que cambiar tu vida y luego presentarte a tu maestra espiritual y largarse con viento fresco. Ese era su cometido y lo ha hecho a la perfección, pero ya se acabó. Y a ti no te da la gana archivarla como una relación corta y punto. Eres como un perro en un vertedero. Venga a chupar una lata a ver si le sacas algo de alimento. Como sigas así, se te va a quedar el hocico metido en la lata y las vas a pasar mal. Así que olvídate del tema.
—Es que lo quiero.
—Pues quiérelo.
—Es que lo echo de menos.
—Pues échalo de menos. Mándale luz y amor cuando te acuerdes de él y olvídate del tema. Te da miedo deshacerte de los últimos trocitos de David, porque sabes que te vas a quedar muy sola y a Liz Gilbert le da pánico plantearse lo que le puede pasar si se queda sola. Pero tienes que entender una cosa, Zampa. Si liberas el hueco que tienes dedicado a obsesionarte con este tipo, te va a quedar un vacío en la cabeza, un espacio abierto, una puerta. ¿Y a que no sabes lo que va a hacer el universo con esa puerta? Pues entrar por ella. Dios va a entrar en ti y te va a llenar de un amor que no has visto ni en tus mejores sueños. Deja de usar a David para bloquear esa puerta. Olvídate de ese tema."

1 comentarios:

Aunque prefiero la cita a Jorge Gonzalez que a ese librillo, tienes razón. Yo he aprendido que las cosas se transforman, todas, siempre, incluso los sentimientos, y eso, no olvidar ni evitar, transformar.

Ah, y veo que todos los blogs son estéticamente más lindos que el mio.