Me he pasado el fin de semana leyendo sus poemas, porque no lo sé, hace tiempo no lo hacía y en cierta forma, lo extrañaba. A decir verdad, echo de menos el libro viejo, de páginas amarillentas y lleno de polvo que estaba en la universidad y que siempre me llevaba porque sí. La famosa “Antología Poética” que nadie pescaba, pero que yo adoraba y que dejé de leer hace años. Ahora que lo pienso, no sé por qué diablos no me lo quedé... la multa por pérdida de seguro no era tan cara, qué weona más tonta. Era del año 1 y nunca lo he visto en ninguna librería. Y nótese el efecto retardado de 4 años en reflexionar sobre lo mucho que quería ese libro que ni siquiera era mío. Ay qué idiota.
En fin, siempre me ha gustado Alfonsina porque creo que ella hablaba el mismo idioma que yo y porque sé que entendía la dificultad de ser mujer y no cumplir con el rol que todos esperan de ti. Me tienen harta con eso de que pregunten ¿por qué estás soltera? Mi respuesta sería un “porque todos los que conozco son gays/casados/comprometidos y los solteros siempre tienen una razón importante para seguir solteros como un trauma no superado o la misma madurez que una papa”. Sin embargo, como soy una dama, me limito a responder “porque no he conocido a nadie” seguido de una sonrisa de Monalisa.
Al final mi única conclusión es que Alfonsina Storni, Jane Austen y yo habríamos sido tan buenas amigas. Pero no, como es la tónica de mi existencia, llegué muy tarde a este mundo para tener compinches así y también llegué muy tarde a la vida de otros. Una mierda. Y en ese estado de reflexión feminista, viene y aparece un coreano cantando este tema y me fui a la cresta. Como su nombre lo dice, es la canción de los weones tontos que esperan como weones.
Anyway, dejaré que las sabias palabras de mi querida Alfonsina expresen lo que tengo en mente en estos momentos...
Un día... Andas por esos mundos como yo; no me digas que no existes, existes, nos hemos de encontrar; no nos conoceremos, disfrazados y torpes por los caminos echaremos a andar. No nos conoceremos, distantes uno de otro sentirás mis suspiros y te oiré suspirar. ¿Dónde estará la boca, la boca que suspira? Diremos, el camino volviendo a desandar. Quizá nos encontremos frente a frente algún día, quizá nuestros disfraces nos logremos quitar. Y ahora me pregunto... cuando ocurra, si ocurre, ¿sabré yo de suspiros, sabrás tú suspirar?
En las últimas semanas me he acordado bastante de esta película que me hizo alucinar hace millones de años atrás. Amaba a Alberto Fuguet, a las hormigas asesinas y por sobre todo, entendía demasiado bien a Gastón Fernández. Y como no, si en ese tiempo alcancé mi peak en cuanto a niveles de andar perdida por la vida se refiere, además de que en el fondo, sentía que a los 30 iba a terminar igual que él. ¿Por qué? Porque si ya me complicaba encontrar una carrera en la que me sintiera cómoda sin que me importara cuánto iba a ganar, cómo diablos iba a sobrevivir en el mundo laboral. ¿En qué persona iba a convertirme? ¿Sería capaz de seguir siendo idealista? ¿Sería capaz de no venderme al sistema? ¿Sería capaz de encontrar un equilibrio o iba a terminar como Gastón? La verdad es que terminé igual que él, pero como dije por ahí, en versión C3 porque no nací en cuna de oro precisamente.
Debo decir que es rara la sensación, porque por una parte me mantengo firme en mi idea de no desvalorizar mi profesión por un par de lucas, pero algo tengo que hacer para sobrevivir mientras encuentro la forma de llevar a cabo mis proyectos que jamás me harán millonaria pero que sí creo aportarán con un granito de arena al mundo. ¿Y qué podía hacer? Pues lo mismo que Gastón: colgarme el cartel de “se arrienda”. En un momento pensé que era la cuestión más terrible que podía hacer y me pedí disculpas a mí misma, porque sentía que me estaba traicionando, pero qué mierda, de alguna forma hay que sobrevivir y vivir.
Eso sí, la cara de culo al principio no me la quitaba nadie, porque para que estamos con cosas, estaba a años luz de sentir a algo parecido a la felicidad y me la pasaba pensando “Ay Dios/Buda/Satán sáquenme de aquí por la cresta, voy a ser una buena persona, lo prometo, lo juro y re juro en el nombre de Jesús, María, José y el camello, pero sáquenme de aquí”. Pero el trío maravilla pasó olímpicamente de mí, así que no me quedó otra que tomar aire y aguantar como si fuese una especie de mártir, porque lo drama queen no se me quita ni en los peores momentos.
Y a medida que pasó el tiempo, me dí cuenta de que no era tan terrible y que tampoco era la persona con más mala cuea del mundo, al contrario, era mucho más afortunada de lo que creía y que mis problemas eran un moco comparado con lo que pasaba el resto de la gente. Eso suena tan obvio y un poco estúpido, pero cuando has estado en una especie de burbuja, relacionándote siempre con personas similares a ti, uno tiende a pasar por alto algunas cosas. En la peli es lo que le pasa a Gastón cuando se encuentra con el flaco-mijito-rico-traumado que de verdad pasó por weas brígidas y sin querer le ayuda a entender que su vida no es tan mierdosa como cree, porque hay cosas peores que perder el rumbo y quedarse atrás.
Así lo entendió él y así lo entiendo yo también. A ratos me dan ganas de quejarme y patalear, pero me muerdo los labios y evoco a mi lado zen, porque sé que solo es una etapa. Una etapa más. Además, no es tan malo tampoco, porque sin que lo esperara me lograron devolver la sonrisa y el espíritu que tanta falta me hacían.
Supongo que esta no será la última vez que dé botes por la vida, porque por desgracia nací con esa capacidad de cuestionar todo, lo que mezclado con la terquedad y el idealismo, resulta en una mezcla fatal, pero al menos compruebo una vez más lo que he dicho siempre: Pasa, todo pasa.
Él es todo lo que quieres Él es todo lo que necesitas Él es todo lo que en tu interior deseas ser Él dice todas las cosas correctas en el momento exacto Pero él no significa nada para ti y no sabes por qué
El sonido de un mensaje entrante me saca de mi ensueño y me devuelve a la Tierra. Ese sonido no es como los otros y por lo mismo, ya sé quien está hablándome. Sin querer se me escapa un suspiro contradictorio, entre resignación porque es quien creo que es y esperanza para que no sea quien creo que es. Gana resignación y chasqueo la lengua para demostrar mi decepción. Me quedo mirando la pantalla, decidiendo si debo o no contestar. ¿Y de qué vamos a hablar ahora si ya no tenemos ningún tema en común? ¿Acaso no entiende que los monosílabos, las pesadeces y el hecho de que no lo hable nunca es porque no me interesa conversar con él? ¿Y si lo ignoro y contesto días después acusando que jamás recibí ningún mensaje? ¿Y si le digo que no me hable más?.
Me hago mil preguntas estúpidas y decido contestar de inmediato. Y es lo mismo de siempre, que cómo va la vida, el trabajo, el ocio y si hace frío o calor. Que si ya he conseguido a alguien, risas incómodas, indirectas, directas, un palo, el bosque entero, etcétera. Ahora dice lo que me habría gustado escuchar tiempo atrás, pero ya es muy tarde. Él no entiende que nunca será, porque vamos en caminos paralelos y que todo fue solo un agradable espejismo en el desierto. La vida me otorgo el papel de Whatsername, el de esa chica que trae un poco de brisa fresca y desorden, pero que luego se va y la olvidas rápidamente. A él le falta esa última parte y se está demorando más de lo necesario en dar vuelta la página. ¿Debería decir algo? ¿Ser aún más evidente?
Es verdad, él era todo lo que siempre le pedí a Dios/Buda/Satán, pero llegó de la manera más inconveniente y problemática, pero no me importó porque creo en el destino y en que el tiempo todo lo resuelve. Y cuando estaba a punto de convertirme en Penelopé, la vida pasó y todo cambió empezando por mí misma. No podía agregar un problema más a mi lista de problemas-de-verdad y dejó de preocuparme hasta llegar a este punto.
Voy contestando de manera robótica a sus preguntas, intentando fingir algo de interés y creo que resulta. Al parecer mi sonrisa de Monalisa también funciona de manera virtual, pero no deja de ser incómodo. Sí, podría ser la mala persona de siempre y mandarlo a freir monos al África con argumentos de sobra, pero no puedo hacerlo. Prefiero seguir respondiendo hasta que se aburra. Supongo que solo necesita un poco más de tiempo.
Harto, supongo. ¿Para bien o para mal? En realidad no lo sé, no creo que sea yo quien deba juzgar eso. Imagino que solo ha pasado el tiempo y la vida. ¿Hacer un recuento? Mmm... ¿empezar por lo más básico? Bueno, a mi amplio prontuario de rarezas se suma el hecho de que me volví vegetariana, por lo que ir a un asado no es precisamente el mejor panorama para mí. Y junto con ello, vino lo más difícil: dejar de comprar artículos de belleza testeados en animales, porque si no me los quiero comer cómo diablos voy a aguantar que queden con un ojo menos para que yo pueda mejorar mi caracho. Lo que más me dolió fue dejar mis huequísimos perfumes Britney Spears, porque aunque le recé a todos los santos, estaban en la lista negra de PETA. Casi lloré. Ahí va un cambio importante, porque ya no tengo ese olor dulzón que tanto me caracterizaba. No huelo a nada, así de simple y así de fome, pero ya encontraré alguna fragancia que me identifique. Mis uñas en tanto, siguen igual de coloridas y estrambóticas, porque las marcas de esmaltes que uso son de lo más cruelty free. Mi alma respiró en paz cuando lo supe.
Y como vivo en una ciudad donde a nadie le importa lo que haga el resto, aprendí a andar a cara lavada sin sentir que era el peor sacrilegio del mundo. ¿Qué más?¡Ah sí! Como no encuentro cremas de peinar que no hayan sido probadas en algún roedor, pues ando con algunos mechones de pelo que hacen lo que quieren, aunque no es tan terrible. También dejé de teñirlo, así que ahora luzco mi color castaño natural, algo que no hacía desde que tenía 17 y si bien corté mi larga cabellera hace un par de meses, ya me llega un poco más abajo de los hombros. O el tiempo pasó muy rápido o yo tengo muy buena mano. No lo sé.
En resumidas cuentas, estoy menos hueca y superficial, ya sea porque adquirí un nuevo estilo de vida o porque me ví obligada a renunciar a algunas cosas. Imposible ser botarata cuando hay cuentas que pagar. Hasta vendí la ropa que en su tiempo me costó un ojo de la cara, porque ya no la necesitaba y me quedaba grande. Además, mi armario es tan pequeño que desperdiciar espacio en prendas que no usaba me parecía ridículo.
Y como dejé de ser tan superficial, ya no veo la vida con la misma liviandad de antes, por lo que ya no ando todo el día muerta de la risa por cualquier cosa. Sí, ya no es tan fácil sacarme una sonrisa como antes y cuando lo hacen, sale algo al estilo Monalisa. Horrible. Quizás solo se deba a que no he conocido a personas de un nivel de chaladuría similar al mío o quizás es porque aún siento el dolor de haber saltado sin paracaídas a la nada misma.
Me costó más de una noche en vela y un ataque de llanto, darme cuenta de que debía unir los puntos mirando hacia atrás y no hacia el futuro, tal como decía Steve Jobs. Siempre he confiado en mis habilidades y en mi destino, pero cedí a las presiones y a la incertidumbre. Olvidé por completo el motivo que me llevó a ser periodista y cerré un abanico de posibilidades que estaban esperando por mí. Yo solo quería escribir, leer y aprender lo que fuera que me interesara en el momento. Jamás quise ser reportera o llevar las comunicaciones internas de alguna empresa, pero creí que tenía que hacer algo por el estilo, pues para eso me habían educado. Gran error. Estuve dando botes de puro lesa y pajarona en pocas palabras.
Ya sabes que me considero yeta del alma, porque lo que no le pasa a nadie, me pasa a mí. Y siempre me he quejado y pataleado a más no poder por ello, pero recién ahora he notado que en vez de lloriquear debería dar gracias porque a pesar de todo, he tenido una vida relativamente fácil. Nunca he tenido que esforzarme demasiado para conseguir lo que quiero, aprendo rápido lo que me pongan enfrente y me han cuidado como a una princesa. Una princesa que nunca le tuvo miedo a nada porque sabía que siempre habría alguien dispuesto a salvarla y a sacrificarse por ella. Sí, muy a lo Saori Kido... Athena fue una mala influencia para mí en mi niñez. La cosa es que me bajé del pony y estoy un poco más mesurada y menos quejona, mucho más tranquila y ¿madura?. Quizás, no lo sé.
Y bueno, hay cosas que no cambian, como mi alma vaga de perezoso, mis arranques de drama queen y esa capacidad de encontrar cosas ociosas para perder el tiempo. Como las series coreanas que me dejan con ataque de nervios y con hipo de tanto sufrir. Sigo en mi proyecto de recopilar las ideas locas que pasan por mi cabeza y ya tengo un lugar favorito al que me gusta ir para dejar fluir mi pluma mientras veo a la gente pasar. Con respecto a eso, me encanta esta ciudad ruidosa que nunca duerme, porque me hace sentir un poco más viva. Me gusta salir a caminar y descubrir nuevos lugares. Siempre hay algo más por conocer y gracias a eso ya no me dan los ahogos a lo Olguita Marina.
Sin embargo, a pesar de lo mucho que me agrada Santiago no creo que sea el lugar al que pertenezco. Es mejor que vivir en Calama o en Antofagasta y me da la libertad que necesito, pero siento el mismo desarraigo de siempre. Así que mi misión de aquí en adelante será tratar de encontrar esas tierras que me digan “nena, aquí debes quedarte”. Mi instinto dice que puede ser Dublín, pero ya veremos, primero hay que juntar las lucas y creo que por primera vez siento ganas de ahorrar dinero para algo que no sea una frivolidad.
¿Qué si soy feliz? No, porque no creo que la felicidad sea un estado constante en la vida sino que algo que se da por momentos. Creo que “tranquila” es la mejor palabra para describir como me siento ahora y eso es harto, porque pucha que me cuesta estar en paz con el mundo y conmigo misma.
Y esa es mi vida ahora, si cambié para bien o para mal, ni idea. Eso lo decidirás tú, por mi parte yo seguiré tal como dice Billie Joe: recorriendo un camino solitario que no sé hacia donde va, pero que sin lugar a dudas, es un hogar para mí.
El invierno ha llegado para mí, no puedo seguir Las cadenas de mi vida son fuertes, pero pronto se habrán ido Extenderé mis alas una vez más ¿Es un sueño? Todos a los que he amado gritan mi nombre El sol calienta mi rostro Todos los días de mi vida, los veo pasar delante de mí
En mi corazón sé que me puedo ir En el final encontraré algo de paz interior Nuevas alas están creciendo esta noche ¿Es un sueño? Todos a los que he amado gritan mi nombre El sol calienta mi rostro Todos los días de mi vida, los veo pasar delante de mí
Mientras me elevo soy una con el viento Estoy ansiando verte de nuevo, ha pasado tanto tiempo Estaremos juntos de nuevo
“Los cisnes, cuando presienten que van a morir, cantan aquel día aún mejor que lo han hecho nunca, a causa de la alegría que tienen al ir a unirse con el dios a que ellos sirven. Pero el temor que los hombres tienen a la muerte, hace que calumnien a los cisnes, diciendo que lloran su muerte y que cantan de tristeza. No reflexionan que no hay pájaro que cante cuando tiene hambre o frío o cuando sufre de otra manera, ni aun el ruiseñor, la golondrina y la abubilla, cuyo canto se dice que es efecto del dolor. Pero estos pájaros no cantan de manera alguna de tristeza, y menos los cisnes, a mi juicio; porque perteneciendo a Apolo, son divinos, y como prevén los bienes de que se goza en la otra vida, cantan y se regocijan en aquel día más que lo han hecho nunca. Y yo mismo pienso que sirvo a Apolo lo mismo que ellos; que como ellos estoy consagrado a este dios; que no he recibido menos que ellos de nuestro común dueño el arte de la adivinación, y que no me siento contrariado al salir de esta vida” (Sócrates en El Fedón o del Alma, de Platón)
Llevo días intentando escribir sobre este tema, pero de una manera sutil para que no piensen que me voy a cortar las venas o algo por el estilo. No, es solo una reflexión que me da vueltas desde hace un par de semanas. Y bueno, creo que Sócrates hace una buena introducción a mi punto de vista. Todos hemos tenido algún conocido que ha muerto por una larga enfermedad o por suicidio, sin embargo, las reacciones ante ambos hechos no suelen ser las mismas. En el primer caso, la mayoría entiende que “es lo mejor” porque “ya dejó de sufrir”, mientras que en el segundo ronda el desconcierto porque “era tan joven/bonita/exitoso/alegre” o porque “nadie se lo esperaba”, pero dicha sea la verdad, a la gente le cuesta empatizar con aquellos que deciden terminar con su vida por su propia cuenta.
Cuando trabajaba en el diario, de vez en cuando tenía que escribir sobre un suicidio y yo me preguntaba cuál habría sido la causa: la carga del dolor que nunca se va o la ausencia total del sentido de la vida. Una persona que sufre depresión endógena debe depender de medicamentos para estabilizar su estado de ánimo y si decae, sucumbe a ese estado de tristeza que te puede tener todo el día llorando sin explicación alguna. En el caso de alguien que tenga una depresión gatillada por x motivo o por el siempre presente síndrome de los corazones inquietos, el dolor es el mismo con la diferencia de que al menos puedes identificar su procedencia.
Con respecto a la pérdida del sentido de la vida, la cosa es relativamente simple: es cuando no eres ni feliz ni infeliz. Es ese estado de insensibilidad en donde tienes que poner un espejo bajo tu nariz para saber si respiras o cortarte un dedo para asegurarte de que tienes sangre corriendo por las venas. Es lo que pasa en “Veronika decide morir” y lo entiendo muy bien, sin embargo, es difícil de explicar porque la sensación es un poco más ambigua. Es como ir cayendo lentamente en el pozo infinito de la decepción una y otra vez.
La verdad es que en cualquiera de las situaciones que he mencionado, se puede llegar al punto en que dices “ya no más, por favor” y aquí mi pregunta: ¿por qué aquel que decide quitarse la vida no recibe la misma compasión que una persona enferma? ¿Acaso estos desvaríos mentales no son una enfermedad? ¿El cuerpo y la mente no resienten el estar siempre luchando contra los enemigos que están en la cabeza?
Yo lo veo como el famoso canto del cisne (sí, si sé que no cantan en realidad), pero al igual que Sócrates, no como algo triste sino que como la vía para alcanzar la tan esquiva paz interior que no tuvieron en vida. No creo que Dios sea tan pelotudo como para no recibirlos en su reino, porque de otra forma no les habría entregado esa sensibilidad tan especial.
Así es que la próxima vez que escuchen que el amigo de un amigo se quitó la vida, piensen en que ahora está bien después de haber librado una batalla contra su propia mente y que finalmente puede ser libre.
El amor y otros momentos son solo reacciones químicas en tu cerebro Y los sentimientos de agresividad son la ausencia de la droga del amor en tus venas Amor ven rápido Porque siento que mi autoestima está desplomándose Está al límite Amor ven rápido Porque no creo que pueda mantener este monstruo adentro Está en mi piel El amor y otras emociones socialmente aceptadas son morfina Ocultando de manera ingeniosa deseos básicos a menudo sentidos pero rara vez vistos Amor te ruego Elévame a ese privilegiado punto de vista El mundo de a dos Amor no me dejes Porque me consuela que las tarjetas Hallmark sean de verdad Realmente lo hago Estoy matando a tiros el romance Nunca hizo nada por mí Solo dolor y miseria No es nada más que tragedia Amor no me dejes Toma estas alas rotas Voy a tomar estas alas rotas Y aprenderé a volar Y aprenderé a volar lejos
Si hay algo que siempre lamentaré, además de la muerte de Sirius Black, es que Savage Garden se haya separado y que solo nos dejaran dos discos, porque pucha que eran buenos. Quienes los recuerdan, de seguro los asocian a canciones dulzonas como “Truly, madly, deeply”, pero eran mucho más que eso. O sea, podías encontrar de todo, desde romance hasta traición, pasando por el abandono y la decepción, etcétera. La vida misma en otras palabras. Y bueno, uno de los temas que más destaca entre todos, es este precisamente, porque es muy distinto al resto, tanto en letras como en sonido. La primera vez que la escuché tenía 14 años y la encontré rarísima, un poco densa y hasta me daba un poco de julepe, porque no entendía mucho la letra, pero con la voz de Darren me quedaba claro de que muy positiva no era. Con el tiempo se fue ganando su espacio entre mis favoritas, pero más que nada por como sonaba, ya que seguía sin entenderla en un 100 por ciento. No como “To the moon and back” que me quedó clarita a los 12, pero supongo que solo era cuestión de tiempo.
Con casi 30 años encima, no me queda otra más que apoyar a los chicos en su iniciativa de matar a tiros el romance. Sí, definitivamente creo que es lo mejor, aunque eso no significa quedarse forever alone sino que mandar al carajo las reglas que te impone la sociedad y seguir las tuyas. La canción puede parecer bipolar, porque por una parte el tipo se queja y por otra le pide al amor que no lo deje, pero en realidad no lo es. Él quiere sentir amor, pero no puede evitar sentirse como las pelotas (Darren se había divorciado, he ahí el motivo por el cual canta con tanto sentimiento) en un mundo que sobrevalora las bondades de estar en pareja o en ese “privilegiado punto de vista” como dice la canción.
Y para que estamos con cosas, en pleno siglo XXI, al llegar a cierta edad si no te quieres casar o tener hijos, te miran como si fueras fenómeno de circo. Yo sinceramente nunca he querido críos, pero reconozco que mi lado más nena si quería una linda boda con un vestido precioso de Vera Wang (Eso si, siempre he creído que las posibilidades de salir arrancando son altas, debido a que yo nunca estoy segura de nada). Sin embargo, con el paso de los años, me he vuelto aún más reticente con el tema, porque entre más parejas conozco, menos ganas me dan de casarme con toda la pompa que se acostumbra. Digo, para qué hacer un show tan grande, si 10 años después mi flamante marido no me tomará en cuenta y se irá con la primera chiquilla que se encuentre por ahí. Es una estupidez. Prefiero mil veces ir al Registro Civil en chapulinas junto a un par de amigos y listo o en un caso extremo, firmar un post it como Meredith y Derek. Mi hipotético vestido de Vera Wang llora de solo pensarlo.
Es que al final Cupido y sus cursilerías, como los candados del amor, las almas gemelas y el día de San Valentín, desvían la atención de lo que realmente importa: el compromiso y la honestidad. No quiero un tipo que llene mi departamento de flores y globos de corazón para demostrarme su amor, pero que sea incapaz de decirme lo que no quiero escuchar. Prefiero mil veces a un neanderthal que no sepa lo que es un tulipán, pero que tenga los cojones suficientes para contarme que tuvo un desliz con alguna fulana en un momento de calentura.
Honestamente no sé por qué diablos estoy diciendo todo esto, pero bueno debe ser porque ando más incoherente que nunca. Y más espartana de lo normal. En fin, supongo que ya le he dado un par de tiros al romance. Por algo se empieza. Bang bang.
Hay una luz a cada extremo de este túnel Tú gritas porque estás tan lejos de la entrada como de la salida Y estos errores que cometes, los cometerás de nuevo A menos que trates de cambiarlo
Nunca he tenido una buena relación con Dios. Me atrevería a decir que admiro más a Jesús que a él, porque al menos tuvo el valor de vivir en nuestro mundo. Distinta es la situación con Buda por ejemplo, me encantan sus enseñanzas y su forma de ver la vida y si no soy una de sus seguidoras es de pura flojera. Al malvado de Satán en tanto, simplemente lo ignoro. Pero con el señor Todopoderoso, la cosa siempre ha sido compleja desde que tengo uso de razón. Nunca entendí qué pretendía y para qué bando jugaba en realidad. Digamos que entré a cuestionar su función en el Universo, no solo por lo que sucedía a mí alrededor sino que en general.
¿Cómo podía ignorar las plegarias de la gente que creía a ciegas en él?
¿Cómo podía dejar que el mundo se volviera una mierda así sin más?
¿Cómo podía permitir tantas injusticias sin hacer nada?
¿Cómo?
¿Y se suponía que yo debía confiar en él?
Y así me fui decepcionando de todo, porque con una agenda tan colapsada para qué iba a hincharle las pelotas con mis dramas existenciales si a fin de cuentas tampoco iba a recibir una respuesta, por lo que de a poco fui prescindiendo de sus servicios. Además, con mi terrible capacidad para cuestionar lo que me pongan enfrente, fui observando si de verdad servía de algo. Y vi la inconsecuencia de las personas que viven y mueren rezando y pegándose con una piedra en el pecho, pero que son incapaces de ayudar al que tienen al lado. En resumidas cuentas, no me gustaba lo que veía y preferí mantenerme al margen de todo eso.
A falta de Dios, empecé a creer en otras cosas como el destino y la magia, que ahora entiendo son lo mismo, aunque con otro nombre, pero ese sentimiento de decepción y rabia contra él y el mundo, estaban siempre ahí. Es por eso que me ponía como basilisco cada vez que alguien intentaba decirme que debía creer en Dios y ante mi negativa, todos me hicieron la misma advertencia: ya verás que un día volverás a recuperar la fe cuando la necesites.
Dejando de lado mi eterna soberbia, tengo que admitir que sí, ellos tenían razón. Levanto mi bandera blanca en son de paz, porque llegué a un punto en el que no importa lo que haga, nada resulta y ya no sé que más hacer. En estos momentos, de verdad siento la necesidad de creer en algo, porque de otra forma no sé cómo saldré de esta. El problema es que no sé cómo recuperar esa fe que alguna vez tuve. No lo sé.
Recuerdo un ejercicio que nos hicieron en una terapia grupal a la que debíamos ir con una amiga después de que nos cambiamos de carrera. Debías dejarte caer a ojos cerrados para que el resto te atrapara y yo no pude hacerlo. Cuando la psicóloga me preguntó por qué no podía, la respuesta fue simple: no tengo la confianza necesaria. Después de una breve charla, pude hacerlo, aunque no fue fácil. Me sentía como las reverendas, porque significaba dejar mi zona de seguridad y simplemente confiar en que no me dejarían caer como saco de papas.
Así es como me siento ahora mismo, con esa presión y miedo de tener que confiar ciegamente en alguien a quien no conozco. Pero supongo que no me queda otra opción más que bajar las defensas, depositar mi confianza en él y simplemente creer en que todo estará bien.
PD: Dejo este video porque si Buda me hubiera explicado todo eso como a Shaka, un 60% de mis problemas existenciales se habrían resuelto hace tanto tiempo.
Sigue doblegándome hasta que esté completamente domado
No debería ser tan complicado
Solo tócame y luego...
Solo tócame de nuevo
¿Puedes ayudarme?, estoy jodido
Estoy tan asustado que nunca me recuperaré Sigue domándome
Y así es como terminaremos
Contigo y conmigo dejándolos sin entender
Y aquí voy de nuevo
Últimamente me he sentido como Rob Thomas en el vídeo de esta canción: terrible. Es una mezcla entre rabia y cansancio por todo. Y ese todo abarca desde mi vida hasta los bombardeos en Medio Oriente, pasando por los furiosos ciclistas de vereda y el frío insoportable de algunos días. Sí, ando de lo más oscura y retorcida, como en mis mejores tiempos, pero no lo puedo evitar. Y bueno, cuando vengo de visita al Inframundo, mi playlist siempre incluye esta canción que puede ser un poco enrededada, pero que a fin de cuentas es un himno para los que somos dark&twisty del alma.
El significado literal de "bent" es "doblado", pero no suena muy bonito ni coherente que digamos y para entenderlo hay que ir un poquitito más allá: si te pegas muy fuerte en el dedo pequeño del pie, qué es lo que haces. Te doblas y retuerces del dolor. Ahí si tiene más lógica ¿no?. Por eso para los gringos es como un sinónimo de estar mal, jodido o pa' la caga' como diríamos acá. Y si queda alguna duda, he ahí el vídeo donde al pobre le pasa de todo, pero ni siquiera se inmuta porque es como si estuviera acostumbrado, siendo hasta incapaz de recibir la ayuda que le dan al final.
Desde que tengo 15 años me he sentido totalmente identificada con quien "habla" en este tema, porque creo que refleja muy bien lo que significa ser complicado y desconfiado. Nótese que utilizan el verbo "to break in",que significa domar/amansar para dar cuenta de lo difícil que puede llegar a ser esta persona.
Pero a pesar de todo, sigue siendo una canción de amor y no lo digo yo, sino que el propio Rob Thomas. En los storytellers, él dijo: Esta es mi versión de una canción de amor, es una canción de amor co-dependiente del nuevo milenio. Es como dos personas diciendo "yo estoy jodido por acá y tú estás jodida por allá, podemos estar juntos y no importaría que estemos jodidos, porque estaríamos juntos y estaría bien". Y el awwww! se escuchó en todos lados, porque a fin de cuentas no todo es tan malo. En algún lugar del mundo hay alguien que está tan cagado como tú y que cuando te encuentre, va a entender a la perfección lo que es ser oscuro y retorcido del alma.
A raíz del post anterior, recordé esta canción y se me hizo imposible no dedicarle un par de líneas considerando la importancia que tuvo en su momento. Por ese problema de autocensura que tengo en ocasiones, nunca quise colocarla para no quedar tan en evidencia. Una tontera considerando que soy tan enredada que a ratos parece que escribo en clave, pero bueno son estupideces mías que no vienen al caso. La cuestión es que a veces las cosas no terminan muy bien y uno queda atrapada en una montaña rusa de emociones en donde las cabras se van para el cerro y los enanos corren hacia el bosque. Un día aparece el odio, al otro la pena, al siguiente la decepción, para después pasar a los cuestionamientos y así sucesivamente, como una cadena de nunca acabar en donde de repente te preguntas "¿esto algún día se terminará?" sin tener mucha esperanza sobre lo que sucederá en el futuro.
Y así va pasando el tiempo, entre que dices "lo superé" de los dientes para afuera hasta el día en que realmente lo superas. El día en que si te lo encuentras de frente no te vendrán ganas de ahorcarlo ni de echarte a llorar como magdalena. El día en que de verdad le deseas de corazón que le vaya bien en todo. El día en que puedes decirle con una sonrisa en la cara "¡Hola! mis enanitos ya volvieron del bosque y ahora si podemos hablar como gente civilizada".
El proceso para llegar a eso no es fácil, pero se puede lograr, porque como todo en la vida, uno aprende a palos. Como dice Jorge González, todo es cosa de volver a tener fe y de empezar a sanar. Y vaya que empiezas a sentirte mejor, de hecho aún recuerdo la sonrisita que se me hacía en la cara, porque al fin me sentía tranquila conmigo misma. Y era un deleite escuchar esta canción y decir "como te entiendo Jorge, tienes toda la razón".
Y para finalizar este post, dejaré un extracto de "Comer, rezar, amar" que casi me dejó llorando cuando lo leí. Liz está en India en su proceso de volver a encontrarse con Dios y con tanto silencio y meditación, comienza a torturarse recordando a su ex. Su amigo Richard le da un tirón de orejas memorable que se resume en esto: la importancia de dejar ir, pero de corazón.
" —Zampa, escúchame —me dice Richard—. Un día de éstos vas a recordar esta época de tu vida como un dulce momento de tristeza. Entenderás que, estando de duelo y teniendo roto el corazón, estás en el mejor sitio posible para cambiar tu vida. En un hermoso lugar dedicado a la devoción y en un estado de gracia. Vive este momento minuto a minuto. Deja que las cosas se arreglen solas aquí, en India.
—Pero es que lo quería de verdad.
—Pues mira qué bien. Querías a no sé quién. ¿No sabes cómo funciona ese tema? El tipo ése te ha tocado una parte del corazón que no sabías ni que tenías. Vamos, te ha dejado tocada, nena. Pero ese amor que has sentido no es más que el comienzo. Casi ni lo has probado. Es sólo un amor mortal, pobre y chapucero. Ya verás como eres capaz de amar mucho más profundamente. Caray, Zampa, un día llegarás a querer al mundo entero. Ese es tu destino. No te rías.
—No me estoy riendo —le dije, llorando—. Y, por favor, no te rías de mí, pero creo que no consigo olvidarme de este tipo porque estaba convencida, en serio, de que David era mi alma gemela.
—Y probablemente lo fuera. Lo que te pasa es que no sabes lo que eso significa. La gente cree que su alma gemela es la persona con la que encajas perfectamente, que es lo que quiere todo el mundo. Pero un alma gemela auténtica es un espejo, es la persona que te saca todo lo que tienes reprimido, que te hace volver la mirada hacia dentro para que puedas cambiar tu vida. Una verdadera alma gemela es, seguramente, la persona más importante que vayas a conocer en tu vida, porque te tira abajo todos los muros y te despierta de un porrazo. Pero ¿vivir con un alma gemela para siempre? Ni hablar. Se pasa demasiado mal. Un alma gemela llega a tu vida para quitarte un velo de los ojos y se marcha. Gracias a Dios. Pero a ti no te da la gana soltarlo. Esa historia se acabó, Zampa. La función de David era darte una sacudida, sacarte de ese matrimonio que no funcionaba, machacarte un poco el ego, hacerte ver tus obstáculos y adicciones, romperte el corazón para que te entrara la luz y desesperarte y hacerte descontrolar tanto que no te quedara más remedio que cambiar tu vida y luego presentarte a tu maestra espiritual y largarse con viento fresco. Ese era su cometido y lo ha hecho a la perfección, pero ya se acabó. Y a ti no te da la gana archivarla como una relación corta y punto. Eres como un perro en un vertedero. Venga a chupar una lata a ver si le sacas algo de alimento. Como sigas así, se te va a quedar el hocico metido en la lata y las vas a pasar mal. Así que olvídate del tema.
—Es que lo quiero.
—Pues quiérelo.
—Es que lo echo de menos.
—Pues échalo de menos. Mándale luz y amor cuando te acuerdes de él y olvídate del tema. Te da miedo deshacerte de los últimos trocitos de David, porque sabes que te vas a quedar muy sola y a Liz Gilbert le da pánico plantearse lo que le puede pasar si se queda sola. Pero tienes que entender una cosa, Zampa. Si liberas el hueco que tienes dedicado a obsesionarte con este tipo, te va a quedar un vacío en la cabeza, un espacio abierto, una puerta. ¿Y a que no sabes lo que va a hacer el universo con esa puerta? Pues entrar por ella. Dios va a entrar en ti y te va a llenar de un amor que no has visto ni en tus mejores sueños. Deja de usar a David para bloquear esa puerta. Olvídate de ese tema."
Y aquí estoy yo, una vez más sin poder conciliar el sueño. Sí, estoy acostumbrada a que me pase y por eso, en lugar de contar ovejas de manera inútil, prefiero tirar un par de líneas aquí. Esta canción de Los Prisioneros siempre me ha encantado, porque es dramática tanto en contenido como en sus sonidos. Cuando era chica y la escuchaba, me imaginaba a gente perdida en un castillo inmenso sin poder encontrar la salida y todo eso ocurriendo en una noche lluviosa como debe ser. Sí, soy una drama queen de tomo y lomo desde muy pequeña y con mucha imaginación, por supuesto. Quise poner este tema porque he tenido unos sueños rarísimos durante los últimos días. Mezcla de gente y lugares imposibles, laberintos en la oscuridad y yo dando botes sin entender nada (como siempre), lo que me parece una crueldad de parte de mi inconsciente/subconsciente/whatever porque me basta y me sobra con andar perdida en la vida real y dar jugo hasta en sueños es mucho.
Ayer por ejemplo, soñé con una amiguita perruna que falleció hace una porrada de años. Aparecía de la nada en una casa que no era mía y se ponía a discutir algo conmigo. Sí, un perro parlante y resucitado además, porque yo estaba consciente de que había muerto y que era imposible que estuviera allí. Y yo siendo muy yo, salía disparada a contarle a alguien mi gran preocupación... que mi mascota estaba cabreada conmigo porque no le había dado comida. Había vuelto del reino de Hades, hablaba como humano, pero no... yo estaba urgida porque no quería que estuviera de malas conmigo. Parece que ni en sueños logro tener un orden lógico de prioridades. En fin, no recuerdo en que terminó todo eso, pero me da un odio tremendo tener la escoba hasta en el mundo de Morfeo. Es desesperante. Como yo. Como mi vida. Como todo.
No tiene nada que ver con lo que estoy hablando, pero siempre encontré notable el alma que le puso Jorge González a la frase final: Es el maldito amor, le gusta reírse, reírse en tu cara. Con casi 30 años puedo decir que efectivamente es así, le fascina dejar la tremenda cagada, porque Cupido a veces es un sádico que intenta juntar personas que ni en un mundo paralelo podrían ser capaces de sostener una relación. Para qué meterlas en un embrollo sin pies ni cabeza digo yo, pero debe resultar divertido para Cupido supongo. Lo bueno es que uno le pilla el jueguito y cuando ataca de nuevo con sus flechas puedes atraparlas y devolvérselas para que se las meta en donde le quepan.
Y para finalizar este texto sin hilo conductor ni coherencia, creo que en lo único que disiento de Jorge González es en el primer verso: Oye voy a tomar un taxi a quien sabe donde y así poder olvidar lo único inolvidable. Y es por la sencilla razón de que uno no necesita taxi/avión/nave espacial para irse a la cresta, porque ocurre de manera automática. Es mi humilde opinión.
Desde hace 10 años, he visto sagradamente Grey's Anatomy junto a mi cajita de pañuelos desechables a mano para ser utilizado en caso de emergencia. Y eso es porque no faltan los episodios que hacen derramar alguna lagrimita por ahí. Y hace un par de semanas tuve que recurrir a ellos, porque Cristina Yang dijo adiós a la serie. Lo malo no solo es el hecho de que ya no veremos más a un personaje increíble como ella sino que además se termina una de las mejores relaciones que yo haya visto en la pantalla: su amistad con Meredith Grey.
Las famosas “twisted sisters” representan muy bien ese estrecho vínculo que puedes llegar a tener con un amigo/a, en especial cuando no tienes familia u otros cercanos en quien apoyarte. Ellas acuñaron el término “mi persona” porque confiaban en ellas de aquí al infinito, algo que no podían cambiar ni siquiera sus grandes amores. De hecho, en un capítulo Meredith le dice a Derek que su lealtad estaba con Cristina, porque ella estuvo ahí cuando él la dejó. Y quizás por eso, el hombrecito jamás se tomó la molestia siquiera de intentar competir con Yang, al punto de salir de su propia cama para que Cristina se quedara allí con Meredith intentando resolver el drama de turno cada vez que lo necesitaran.
En más de una ocasión con alguna amiga hemos dicho “eso es muy nosotras” y es por eso que -de manera muy ociosa- elegí los momentos que dejan ver esa complicidad con aquella persona que a veces más que una amiga, es una hermana.
1.- Pasando las penas
Cristina: ¡Qué estúpida eres! ¡Ay Dios! Eres una estúpida, malvada y sádica y quiero matarte Meredith: Las endorfinas son buenas, suben el estado de ánimo. Se supone que debemos sentirnos mejor
Cristina: ¡Ay Dios! ¿Te sientes mejor?
Meredith: Soy estúpida
Cristina: Amante de cascos ligeros
Meredith: Golfa embarazada
Cristina: Acostarnos con nuestros jefes fue una gran idea
Meredith: ¿Sabes que ya no me gusta? Los ferri. Me encantaban y Derek ama los ferri y ahora cada vez que vea un maldito ferri...
Cristina: ¿Sabes que ya no me gusta? Los injertos con bypass de arteria coronaria y los aneurismas aórticos. Cómo me gustaban los aneurismas aórticos...
Meredith: ¿Ya lloraste?
Cristina: ¿Hello? ¿Crees que nos sentiríamos mejor si lloráramos? ¿Si nos desahogáramos?
Meredith: Probablemente. Sí
Cristina: ¿Quieres llorar ahora?
Meredith: No Cristina: Ok, vamos a correr
Cuando uno está pasando por momentos difíciles, especialmente si se trata de quiebres amorosos, lo más probable es que por un breve período de tiempo se le escapen los enanitos para el bosque producto de la pena y del no saber cómo afrontar el drama de turno. Meredith por ejemplo, justo se había enterado de que Derek estaba casado y ni siquiera por su linda boquita, sino que por culpa de su fabulosa esposa que llegó de la nada diciéndole “Soy Addison Shepherd y tú debes ser la mujer que se está acostando con mi marido”. Trauma nivel infinito. Después de una escenita así, como amiga de Meredith uno podría haberle aguantado cualquier idea loca que pasara por su cabeza. Como ir de vacaciones a la Antártica, apuntarse a clases de nado sincronizado o bien salir a correr sin tener estado físico. Cristina la insulta y la detesta, pero qué otra cosa iba a hacer. Su amiga tenía pena y ella también (embarazada y pateada por Burke) y a andar llorando como magdalenas, mejor irse a trotar aunque a los primeros pasos se queden sin aire. Sí, eso se llama evasión de la realidad, pero sinceramente yo prefiero descargar mi energía en un taller chino mandarín avanzado a estar en calidad de estropajo con la FM Dos de fondo.
2.- Calzones perdidos
Cristina: ¿Qué te pasa?
Meredith: Todo está bien conmigo. Es Izzie de quien estamos preocupados
Cristina: ¿Qué hiciste? Meredith: Denny murió, Burke recibió un disparo. Miremos las cosas con perspectiva y recordemos que lo que hice es algo pequeño, diminuto...
Cristina: Basta, ya habla de una vez
Meredith: Anoche perdí mis calzones
Un clásico: tener cara sospechosa, hablar incoherencias, evasivas por aquí y por allá, pero basta una sola mirada para que tu BFF sepa que te mandaste un cagazo monumental del que te quieres hacer la loca, como Meredith que perdió los calzones por andar en “malos pasos” con McDreamy. La cara de “qué diablos hiciste” de Cristina es memorable. Sobra decir que la he visto más de una vez en mi vida, porque uno puede engañar a todo el mundo, incluso hasta a uno misma, pero no a la amiga que te ve todos los días, que te conoce las mañas y que huele el olor a culpabilidad a kilómetros.
3.- Cadáver
Burke: ¿Cuál es tu problema?
Cristina: Todos volvieron. Todos volvieron menos ella. Y yo la escucho, todos los días acerca de su McVida amorosa o de McDreamy y toda esa mierda y el único día, el único día que tengo algo para contar, ella desaparece.
Burke: Meredith, ¿esto es por Meredith?
Cristina: Ella no lo sabe aún
Burke: ¿Meredith?
Cristina: ¡Ella es mi persona!
Burke: Claro... y si Meredith no lo aprueba...
Cristina: No, no se trata de tener su aprobación, es...
Burke: ¿Qué? Cristina: Contárselo a ella lo hace... lo hace... Si matara a alguien, ella es la persona a la que llamaría para que me ayudara a arrastrar el cadáver
Burke: Ahora estás comparándome con un cadáver. Estoy harto de esto. Cristina: ¡Ella es mi persona!
Ninguna ironía, sarcasmo o burla de Yang supera esa gran línea del “cadáver”. Sí, no es muy políticamente correcta y menos si estás haciendo referencia a tu futura boda, pero cuando la pericia para hablar de sentimientos escasea, cualquier metáfora sirve. Y eso Burke tendría que haberlo sabido y no dárselas de ofendido, porque a fin de cuentas, Cristina solo estaba diciendo -de una manera bastante retorcida- que Meredith es la persona a la que primero confiaría una noticia así de importante. Demasiado sensible el hombre para mí gusto y bueno, ahí demostró que no era para ella.
4.- Karma
Meredith: … Tiene cosas de pesca y botas y productos para el pelo. No tengo lugar para esas cosas. Y habla, bastante. Me refiero a que da charlas, es hablador
Cristina: Ahora no
Meredith: Y entonces, sabes lo que pasará después de mudarnos juntos ¿verdad? Construiremos una casa en su terreno, que será nuestro terreno porque estaremos casados y seré la doctora señora de Shepherd. Y sabes qué pasará después ¿verdad? Bebés y serán sus bebés y tendrán el pelo perfecto y serán habladores. Entonces tendré cinco hijos habladores, un marido hablador y viviré en una casa en el bosque. Y luego, comenzaré a acostarme con tu marido. Le diré que cambié de idea ¿no te parece?
Cristina: ¡Meredith!
Meredith: ¿Qué?
¿Por qué pones esa cara?
Cristina: ¡Cállate! No hables más de Derek, no hables más sobre mudarte con Derek, no hables más de tu relación porque ¿quieres saber algo? Ya lo escuché antes. Sí, ya sabes, ustedes se juntan y tengo que escuchar sobre eso, después se separan y tengo que escuchar sobre eso. Casi mato a un hombre en cirugía hoy. Yo... Ok ¿Quieres saber qué pienso? ¿realmente quieres saberlo? Lo tuyo con Derek no funcionará. Mudarse juntos es un gran error. ¡Estás soñando con Derek muerto!, lo cual debería decirte que no funcionará
Meredith: Cristina, yo...
Cristina: ¡No, no! Todo eso de “vivieron felices para siempre” no existe. Así que por favor, por favor, mientras revisas tus opciones, solo considera la posibilidad de cerrar la boca, porque no puedo escucharlo más
Meredith: Yo...
Cristina: ¡No!
Meredith: Bien...
Cristina: ¡No!
Meredith: Yo...
Cristina: Ok, eso es todo, se acabó.
…
Meredith: No voy a decir que te lo mereces, pero te lo mereces
Y bueno, uno puede ser todo comprensión con la amigui del alma, pero hay ocasiones en que la paciencia se va de paseo y simplemente no quedan ganas para escuchar el drama de turno con el fulanito con el que vienes y vas, una y otra vez. Y tal como le sucedió a Cristina, el demonio sale a flote en forma de una honestidad brutal, pero como todo en la vida se devuelve, a los pocos minutos se dio un porrazo magistral como castigo divino por matar las esperanzas de Meredith. Sin embargo, al final del capítulo ella hace lo que Meredith esperaba: decirle que todo saldría bien.
5.- ¡Corre!
Meredith: Mi mamá me la compró cuando tenía cinco años. Es un regalo espeluznante para esa edad, pero me gustaba...
Cristina: ¡CORRE!
….
Meredith: ¿Qué pasó?
Cristina: Acabo de ver a Owen... el mayor Owen Hunt, el que me sacó el trozo de hielo del pecho
Meredith: Ohhhh! Pensé que estaba en Irak
Cristina: Yo también, pero ahora está aquí. ¡En mi hospital!
Meredith: ¿Y?
Cristina: Nos besamos. El me besó, fue una estupidez. No fue nada
Meredith: Pero no crees que a él le parezca una estupidez
Cristina: Es obvio que le gusto y ahora está de vuelta. ¿Por qué está de vuelta?
Meredith: ¿No pensarás que dejó su carrera militar por ti? Eso sería muy de acosador pero tan romántico
Cristina: No quiero involucrarme con otro médico de guardia
Cristina: ¿Hay moros en la costa?
Me encanta esta escena, porque la actitud de Cristina es tan de adolescente. O sea, ver al tipo que te gusta y salir corriendo es algo que uno hacía a los 15 años. Mandarse un numerito así no es muy normal y menos si tienes una personalidad socarrona como Cristina que va por la vida sin preocuparse mucho por la cosa romántica. El punto es que para actuar así, el tipo debe moverte el piso cuáticamente, mínimo su grado 8 en escala Richter. Y bueno, es Owen... imposible no entender los nervios de Cristina.
6.- Goodbye
Meredith: Cristina, ¿qué haces aquí?
Cristina: No me puedo ir
Meredith: Sí, si puedes
Cristina: Tenemos que terminar
Meredith: Vas a perder...
Cristina: Tenemos que bailar, así es como terminamos
Cristina: ¿Qué haces? ¿Vas a llamar a alguien para que me eche o...?
Meredith: Estoy buscando una canción... ¿Estás lista?
Cristina: Espera... Nos llamaremos al menos dos veces al mes y nos enviaremos mensajes todo el tiempo
Meredith: ¡Odias los mensajes!
Cristina: Envíame mensajes. Y no dejes que Owen sea oscuro y retorcido, cuídalo. Y Alex, cuida a Alex. Necesita que se burlen de él al menos una vez al día o será insufrible. No te subas a ningún avión pequeño que pueda estrellarse ni metas tu mano en alguna cavidad corporal con una bomba adentro y no ofrezcas tu vida a un hombre armado. ¡No hagas eso! No seas la heroína. Eres mi persona, te necesito con vida. Me haces ser valiente. Listo, ahora bailaremos.
Cristina: Me tengo que ir. Tú quédate aquí, ¿vale?
Meredith: Vale
Cristina: Eres una cirujana con talento y una mente extraordinaria. No dejes que lo que él quiere eclipse lo que tú necesitas. Él es muy encantador, pero no es el sol. Tú lo eres.
Y como pasa en la vida, en algún punto hay que separarse de tu BFF. Ya no la verás todos los días, no estará disponible 24/7 por ti, ya no tendrán los mismos estilos de vida... es el fin de una era. Y su despedida me pareció ideal, haciendo algo que es muy de ellas: bailar para sacar afuera todas sus preocupaciones. Puede que no haya grandes abrazos ni lágrimas, pero ellas son así... el cariño no siempre se demuestra siendo empalagosa.
Pero no lloraré por el ayer Hay un mundo ordinario De alguna forma tengo que encontrarlo Y mientras intento hacer mi camino hacia el mundo ordinario Aprenderé a sobrevivir
La última vez que corté drásticamente mi caballera fue hace unos seis años y lo hice porque necesitaba sacarme de encima, aunque fuese de forma simbólica, toda la pena, la decepción y la rabia que sentía en esos momentos. Habían cambiado tantas cosas que tenía que recoger los pedacitos y empezar de nuevo de algún modo. Y comencé por ahí. ¿Funcionó? Sí, me veía diferente y me sentía de la misma forma, con más energía y ánimo, pero sabía que no era suficiente, porque una vez que pasara la euforia inicial iba a tener que arreglármelas como pudiera en el mundo real. No fue fácil, pero todo pasó. Como siempre.
Y ahora, varios años después volví a sacrificar mi melena para dársela como ofrenda a mis siempre queridos/odiados Dios, Buda y Satán. Si bien no hay dramas que me hagan la vida a cuadritos, ahora es Incertidumbre la que me molesta. Yo sé que mi pobre pelo no tiene la culpa, pero empecé a sentirlo pesado e incómodo, tal como la vez anterior y ante eso, no había mucho que hacer. Compré las tijeras, busqué en internet algunos vídeos que simplificaran mi tarea, pero empecé a patear el asunto, porque para que estamos con cosas, uno se encariña con sus mechas. Además de que mi cara cachetona no tolera las melenas cortas (según los peluqueros). Como sea, para variar entré en un tira y afloja interno cuando de repente apareció un “fantasma” en forma de mensaje.
¡Ay no!
¡No!
¡Dios/Buda/Satán díganme que esto es una broma!
¡No, no otra vez!
Me puse de todos colores porque creí que este fantasma no iba a volver a hinchar las pelotas nunca más. Por un segundo vi peligrar la pequeña fracción de mi vida que no está invadida por Incertidumbre y me bajó una rabia terrible, porque no estoy dispuesta a hacerme un nudo por cosas que no valen la pena. Simplemente no entra en mi lista de “Temas-por-los-que-sí-debes-llorar-y-preocuparte-en-serio”. Y así sin más, me hice una coleta, agarré las tijeras y corté mi melena. No fue tan fácil como creía y casi lloré al ver los mechones caer, pero de a poco fui sintiendo el alivio que necesitaba. Ya no había ni hay vuelta atrás, es un peso psicológico menos sobre mis hombros. Por algo hay que empezar.
PS: Y no, no me veo tan cachetona como auguraban los peluqueros mala onda. Al menos no más de lo normal.
Esperando respuesta veo que hoy Tu ausencia llega nada más Las cosas deben de seguir y no sabemos si será...
¡Oh Incertidumbre! Querida Incertidumbre, cuántos estragos puedes causar en la vida de alguien. ¡Mírame, soy un desastre! Aunque en honor a la verdad, no es tu culpa, mi existencia siempre ha sido caótica, pero ahora lo es por cosas serias a las que no estaba acostumbrada. En estas semanas me la he pasado negociando con Dios/Buda/Satán, pidiéndole al Universo que sea un pelín más benévolo, obligándome a no caer en distracciones para poder escribir las ideas que rondan en mi cabecita y todo eso bajo el constante sentimiento de culpa por no tener ni la más puta idea de cómo arreglar el desastre que voy dejando a mi paso. Es agotador. Y juro que no lo digo en plan drama queen.
Como sea, en uno de esos días en que no me quedó otra que tirarme al suelo a mirar el techo con la esperanza de conseguir un poco de tranquilidad mental, agarré el celular y me di cuenta de que tenía cero mensajes de texto, cero llamadas perdidas, cero Whatsapp, cero Line, etcétera. Y no me importó. Increíblemente me sentí aliviada, porque sé que es lo mejor y porque es un alivio saber que al menos una pequeña parte de mi vida no tiene a Incertidumbre hinchando las pelotas. Yo sé que es difícil de creer y hasta yo me sorprendo un poco de mi actitud, pero de verdad que no tengo cabeza ni ánimo para tratar de entender qué cresta le pasa.
Y mientras miraba la pantalla del celular, me acordé de esta canción que tanto me hizo sufrir hace un par de años atrás. Ay por Dios/Buda/Satán! Qué manera de complicarme la vida por tonteras. Incertidumbre hacía y deshacía conmigo a nivel sentimental sin ninguna misericordia, porque es más perversa de lo que uno cree. Eso lo digo porque una amiga llegó con este tema en versión de monitos con voces de ardillas en un vídeo bastante tierno, pero que a mí me dejaba prácticamente con depresión y lo peor es que no podía dejar de escucharla, porque era el fiel reflejo del no saber qué diablos iba a pasar. Era mirar la pantalla del pc y pensar en si sería mejor mandar un correo electrónico para tantear terreno, en revisar facebook para ver si había alguna actualización de estado que diera alguna pista, en ponerme de todos los colores cuando se conectaba en messenger porque no había alcanzado a esconderme y esperar a ver si me hablaban o no era una tortura. Terrible. Menos mal que no existían Whatsapp o los mil programas de mensajería de ahora porque ahí si que mis nervios habrían colapsado. Incertidumbre me tenía hecha bolsa.
Afortunadamente, aprendí de todo eso. Gracias a las revistas Cosmo, los piscólogos/terapeutas de pareja que aparecen en la tele y a los testimonios sin anestesia de mis amigos, al fin entendí que no puedes estar analizando cada pequeña cosa que dice o hace el fulano de turno. La cosa es simple, el que realmente te quiere irá detrás de ti y mostrará ese interés. Eso es todo. El resto es complicarse la vida por puro gusto, porque revisar compulsivamente el celular o darle una segunda interpretación a sus palabras no harán que se decida antes. Y si alguien no me cree, pues vean “He's just not that into you” y verán que es cierto. El problema es que uno siempre espera más y prefiere buscarle la quinta pata al gato a admitir la cruda verdad, pero bueno... a porrazos se aprende.
Ahora solo me falta encontrar la forma de sacar a Incertidumbre del resto de mi vida, pero presiento que será un poco más difícil. Ahhhh! Qué Dios/Buda/Satán me den paciencia.
Y
bueno, como el pony regresó en gloria y majestad, tengo que darle
música feliz que le guste y lo haga correr por la pradera o flotar
en su nube rosada. Esta canción de Morgan Page y Greg Laswell es lo que se
dice genial, pero tan N.N que se pierde entre tanta cosa que anda
dando vuelta por ahí. Yo me declaro fan absoluta de Greg y su
aterciopelada voz, aunque no lo conozca nadie. A la tal Morgan no la
había escuchado ni en pelea de perros y la canción brillaba por su
ausencia en Goear, por lo que con esos antecedentes me vi en la
imperiosa necesidad de subirla para que alguien la escuche hasta que
se aburra, como yo.
La
letra de la canción es como esas que me gustan: mamona con estilo. Y
pasa lo mismo de siempre... O mejor dicho lo que a mí me pasa
siempre con esas historias de futuro incierto que te dejan esperando
mientras te preguntas si
estás haciendo lo correcto y si algún día funcionará. Con ese
tipo de cosas, a veces me pregunto si Penélope es mi segundo nombre.
En
una parte Greg canta con decisión “Lo digo en voz alta 'esta es la
última vez'”, pero al final queda en nada, porque él sabe que a
la hora de los quiubos uno se va a la cresta y sigue igual de baboso.
A quién no le ha pasado digo yo.
En fin, ese sería mi aporte a la sociedad en este momento.
Lo estoy dejando ir esta noche (sí, estoy dejándote ir)
Sí, estoy cayendo desde el cielo
Estoy completamente despierta
Truenos retumbando
Castillos derrumbándose
Estoy intentando resistir
Dios sabe que traté de ver el lado positivo
Pero ya no estoy ciega
Mi pony ha vuelto y eso me tiene muy contenta, como no lo he estado en mucho tiempo. No sé si fue porque leí varios libros de gente “loca” (por no decir “con problemas mentales”) o porque me hice un machitún liberador de energías negativas, pero siento que estoy despertando de nuevo. O quizás fue porque recordé algunas cosas que decía de Paulo Coelho (al que todos odian, pero que a mí me encanta porque creo en las cosas raras que él cree) y que más de alguna vez me han ayudado. O tal vez simplemente me aburrí de estar con el ánimo por el suelo, no lo sé, la cuestión es que me siento mejor y con más fuerzas.
No tengo mucha claridad sobre lo qué haré o dejaré de hacer, pero si sé que no abandonaré el camino que ya elegí. No queda otra más que aguantar lo que venga. Yo puedo no creer en muchas cosas, pero sí creo que en el destino y así como las personas se inclinan ante Dios y dicen “Hágase tu voluntad”, pues yo le digo lo mismo al Universo. Me pongo a su disposición, aceptando lo que estime conveniente, porque a fin de cuentas lo único que quiero es ser útil a través del don que me entregaron: saber plasmar emociones e historias en un papel. Así que haré lo que el Universo quiera que haga, aún cuando no entienda su lógica.
He sido egoísta, irresponsable y demasiado impulsiva, pero ya aprendí la lección. Tengo que ser más humilde y dejar de ser tan terca, porque yo misma me voy haciendo encerronas al ver solo lo que me conviene.
Pero por sobre todas las cosas, no debo volver a perder la confianza en mí misma.
Nunca más.
Ahora solo hay que dejar entrar la luz y comenzar a cumplir con mi misión en la vida: Escribir.
Una yeta de tomo y lomo que siempre anda con la cabeza en cualquier parte. Mi capacidad de concentración es nula y por lo general dejo cosas a medio terminar, porque siempre surge alguna idea nueva que me lleva a ocupar todo mi tiempo en ella...